A todo el mundo le gustan las personas activas.
He aprendido de mucha gente. No hablo sólo de influencers o famosos.
Hablo de los que nos enseñan algo sin saberlo,
Quiero a Walter, el señor de la limpieza del lugar donde trabajo. Me gustaría ser como él.
Quiero a Marina del bar, que se acuerda de las preferencias de cientos de personas y siempre me muestra un cariño que quizá no me merezca.
Quiero a Max, por la forma en que cuida de muchos de nosotros sin darse cuenta.
Quiero a Paolo, porque está ahí.
Quiero a Emma, porque ha estado brillando desde que teníamos 14 años.
Quiero a Luca, porque ha decidido no rendirse y sigue adelante para encontrar su propio camino.
Quiero a Josep, porque es un genio aunque no quiera que nadie se de cuenta.
Quiero a Stefano, porque me enseña mucho.
Quiero a muchas otras personas.
Me encanta la gente sencilla.
Que vive "en lo simple". Pero que siempre busca "el más allá".
A lo largo de los años he tratado de educarme a observar, comprender y aprender.
Hablo mucho menos que antes (aunque no lo parezca).
Pero miro mucho más.
Y escucho. Mucho.
Y crezco. Lo espero.
A algunas personas hay que arrastrarlas.
Otras arrastran a los demás.
Yo no sé a qué grupo pertenezco.
Pero estoy convencido de una cosa: quien se detiene está perdido.
El domingo corrí el Maratón de Milán.
Conseguí uno de los objetivos que quería alcanzar.
Pude hacerlo con Teudis (físicamente presente) y con Anna y Jordi en mi corazón (en casa con Covid).
La foto de nuestra llegada es realmente hermosa.
Para enmarcar.
Para ser recordada de forma indeleble.
Pero esta foto no cuenta toda la historia.
Sólo se puede ver una parte.
Para que la experiencia de ayer tenga un valor real, se debe recordar lo que la hizo posible: el deseo, el viaje, el sudor, los sacrificios, las renuncias, las metas, el dolor, las alegrías, las expectativas y los esfuerzos.
Para mí, que lo he vivido todo, mirarla teniendo en cuenta el camino que me llevó hasta allí hace que esta foto sea la mejor de la historia.
Es única!
Nadie nos regalará nada.
Nadie tiene que darnos nada.
Para que la belleza ocurra, tenemos que actuar.
Para que los sueños se hagan realidad, tenemos que crear las condiciones para que se produzcan.
Nada ocurre por casualidad.
Y no. No estamos solos en este mundo.
Nadie lo está.
Yo no lo estoy.
Sin los amigos y los hijos, no pasaría nada:
Como Nicolo y Amedeo. Los recuerdos juntos permanecerán con nosotros mientras vivamos.
Como Anna, Teudis y Jordi, mis tres rayos de sol, que me han dado energía tanto espiritualmente como pedalando a mi lado en sus bicis.
Como Fabri , Tiziano, Roberto, Ilaria o Marcio que a veces se han unido a mis sesiones de entrenamiento.
Como Raissa o Elisa, de Lotta Italiana Lotta Tumori, con las que organizamos la iniciativa de ayuda a los enfermos de cáncer con dificultades económicas, que recaudó 2.500 euros.
Como el grupo "Resilienza Team", siempre presente, con el que ahora volveré a pedalear.
Si los sueños nos fueran simplemente regalados, no serían tan hermosos.
Merecerlos hace que todo sea especial.
Siempre pensamos que lo que hacemos es para nosotros.
Que tal vez nadie esté mirando.
Pero en realidad somos de (y para) el mundo.
Nosotros aprendemos mientra miramos.
Pero otros, nos miran a nostros.
Creo que se llama secuela.
No somos lo que decimos.
Somos lo que hacemos.
Aquí está la prueba:
- Jordi (9 años); este es su primer comentario tras saber que era positivo: 'Caramba, ¿y cómo puede ser ? Yo quería esperar a papá en la meta del maratón....."
- Teudis (13) me abraza con fuerza. Orgulloso de su padre.
- Y Anna (15), me manda este mensaje:
(de todas maneras quiero que sepas che estoy orgullosa de ti, que aunque tengas dolores o tengas que superan obstaculos no te rindes nunca. Te quiero ❤)
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