"Pá, ¿el sábado puedo ir a...?"
"¡Claro! Dime a qué hora te paso a buscar".
A menudo respondo antes de que me den más detalles.
Ellos saben que me hace feliz que salgan.
Ellos saben que ya tienen mi "sí" de antemano.
Tener amigos es un gran regalo. Es un obsequio.
La amistad debe cultivarse.
Y nosotros, los adultos, debemos ser una herramienta para que nuestros hijos encuentren su propio camino.
Hay padres que tienen otros criterios.
"No, no sales. Ya saliste ayer".
"No, ir en tren es peligroso".
"No, no conozco a tus amigos ni a sus padres".
El mundo es hermoso porque es variado.
Per yo tengo otro criterio al respecto.
Yo confío en mis chicos.
Confío en que en el tren seguirán las reglas de "prevención" que han aprendido al viajar en tren durante años.
Confío porque estoy seguro de que elegirán a los amigos correctos. Si no es así, tendrán decepciones. Así es la vida. Todos las hemos tenido. Son parte del camino.
Y también estoy seguro de que alguna vez harán algo que no deben hacer. ¡Y bienvenido sea! ¡Todos lo hemos hecho!
Anna y Teudis son un espectáculo.
Se organizan con los trenes o con amigos.
Yo los llevo a la estación y a veces los recojo quién sabe dónde cuando es tarde.
¡Y así debe ser! A mí me da gusto hacerlo.
Hay momentos en los que me convierto en un fenómeno de la organización y de hacer que todo encaje.
Parece imposible hacer todo. Pero siempre lo logramos.
Por la noche, los chicos tienen la tarea de poner la mesa, quitarla y ordenar todo después de la cena. No hace falta pedirles que lo hagan.
Normalmente cocino yo. De vez en cuando también quiere hacerlo Jordi. Prepara todo solo, sin ayuda.
A veces (pocas) puede suceder que después de cenar tenga que ir a recoger a los chicos de algún lado.
La última vez se jugaba el derbi de Milán. Era domingo.
Teudis y Anna estaban en Pavía juntos, con amigos.
Jordi y yo vimos el partido en casa.
Durante la primera parte estábamos emocionados y activos. Gritábamos como locos.
Después del descanso, el cansancio nos venció.
Se escucha el pitido final. Partido terminado. Tengo que irme.
"Jordi, ¿quieres venir a recoger a tus hermanos a Pavía?"
"No pá, estoy cansado. Me voy a la cama".
Y aquí viene lo mejor...
Nos despertamos temprano y dejamos las tazas del desayuno en el fregadero.
No tenemos ganas de vaciar el lavavajillas.
Pasa el día y vuelvo a casa muerto de cansancio.
Tengo que vaciar el lavavajillas, pero cuando lo abro, para mi sorpresa, descubro que está completamente vacío.
Sonrío con orgullo.
"Jordi, ¿ayer vaciaste el lavavajillas?"
"Sí, pá, antes de irme a la cama. Mientras tú estabas recogiendo a los hermanos".
"Ah pá, también te ordené el escritorio y la mochila".
Mis hijos están creciendo.
Cada uno colabora a su manera.
Los grandes están volviéndose independientes.
Jordi (11 años) lo hace ayudando con cosas que otros de su edad ni siquiera notan.
Espero que puedan darse cuenta de lo independientes que son.
Espero que puedan darse cuenta de lo afortunados que son.
Cuando sean grandes, muchos amigos caminarán.
Ellos tres volarán.
Ellos tres ya están volando.
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