Jugar a fútbol.
Jugar a baloncesto.
Jugar a waterpolo.
Jugar a tenis.
Jugar a pádel.
Jugar a rugby.
Jugar a voleibol.
Jugar a balonmano.
Jugar a hockey.
Juega a petanca.
¿Y la natación?
¿Atletismo?
¿Triatlón?
¿Trekking?
¿Gimnasia artística?
¿Ciclismo?
¿Has oído alguna vez a un amigo decir: "Voy a juagar a nadar" ?
¿Has oído alguna vez a un amigo decir: "Voy a jugar a ciclismo" ?
¿O has oído decir: "Me voy a entrenar"?
El deporte es bueno. ¡Todo el deporte!
Sin "si". Sin peros. Sin distinciones. Sin excepciones.
Educa. Fortalece. Enseña.
Hace muy bien.
Sucede con todas las pasiones.
Ocurre con todo lo que te hace sentir bien.
Pero, ¿por qué "ir a jugar" o "ir a entrenar"?
Los deportes de equipo son una cosa. Y dan mucha satisfacción.
Lo sé. He jugado al fútbol toda la vida.
Se aprende mucho en los deportes de equipo. Te hacenc crecer.
Pero también te permiten "vivir de renta" gracias a las proezas del compañero super bueno.
En los deportes individuales no hay excusa.
Eres tú. Con tus límites y tus capacidades.
Tienes que llegar a a tu objetivo personal.
No puedes esconderte.
No hay ningún compañero fuera de clase que anote un gol o una canasta en el último segundo.
¿Quieres escalar una montaña? Ponte las botas y camina. No hay otra manera.
¿Quieres cruzar un lago a nado? Gafas, bañador y brazos. No hay otra manera.
¿Quieres recorrer muchos kilómetros en bicicleta? Tus piernas son tuyas de principio a fin. Ponte a pedalear.
Ayer, con mi amigo Amedeo, hicimos una buena salida.
También subimos al Passo San Marco. Es un lugar mágico, a 2.000 metros, que conecta la Valtellina desde Morbegno hasta Val Brembana y San Pellegrino Terme.
La subida es de 26 km con 1700 m de desnivel positivo.
Éramos dos. Nos hicimos compañía.
Pero cada uno tuvo que pedalear, sufrir y alegrarse por sí mismo. No nos podíamos sustituir con el otro.
Por supuesto, el deporte (y todas las pasiones) no deben apartarte de la vida. Debe (deben) ayudarte a entenderla y a quererla más.
Pero como en todas las circunstancias, si lo que haces se convierte en algo que lo consume todo, es un error.
Creo que ocurre lo mismo con el deporte.
Salí de los grupos porque pasaba esto:
"¿Vamos a tomar una cerveza juntos?". "No puedo. Tengo una competición en dos meses".
"¿Qué trabajo hace tu amigo con la que llevas años montando en bicicleta?". "Realmente no lo sé. Sólo salimos en bicicleta".
"¿Cómo te ha ído la semana?" "No importa, hablemos de cosas interesantes. ¿Vas a montar el 28/11, el 30/11 o el 34/11?".
Yo, y mis amigos, no somos así.
A veces hablamos en lenguaje friki, por supuesto. A veces hay que hacerlo y nos gusta.
Hablamos de FTP, vatios, metabolismo anaeróbico, materiales y nutrición.
Pero lo mejor es que hablamos de los hijos, del trabajo, del dinero, de los proyectos o de los deseos que tenemos.
Y a menudo nos ayudamos a abrir los ojos: "Chicos, mirad hacia arriba'. Mirad qué paisaje tan maravilloso tenemos delante".
El deporte para nosotros no es el fin. Es la herramienta.
Y me he dado cuenta de que si quieres que sea una herramienta real tienes que salir a "entrenar".
Entrenar no es como jugar.
No es necesario hacer un millón de kilómetros. O convertirse en profesionales .
En lo que a mí respecta. ¡A quién le importa!
¡Hay que disfrutar y divertirse!
Pero hay deportes (y situaciones reales) en los que "no se puede jugar al ciclismo" aunque se puede seguir disfrutando.
En la vida, si lo piensas, es lo mismo.
Se produce la misma dinámica.
No puedes jugar a ser papá.
No puedes jugar al trabajador.
No puedes jugar a ser marido/mujer.
No puedes jugar al amigo.
Jugar es necesario. Es importante.
Pero no puedes esconderte. Se tiene que hacer un paso hacia adelante.
Tienes que jugar.
Debes entrenar.
Tiene que "ser".
El que más sufre, como en la subida, es el que disfruta más, como cuando llegas a la cima y te conmueve el paisaje.
El que piensa en grande, ve en grande.
03 de junio de 2022. Día Mundial del Ciclismo.
