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  • Immagine del redattoreEl Pincha Uvas

El azucar

El domingo por la mañana me desperté temprano.


Los ruidos que vienen del piso de arriba a menudo me vuelven loco.

Pim, pum, pam.

Ruidos. Pasos fuertes. Cosas que se mueven. Papá y mamá llamándose.

Ni siquiera son las 7:30.

Me quedo en la cama un poco. Sin hacer nada.

Y al final levanto, después de practicar un rato el "dolce far niente".


Abro la cafetera. La lleno de agua.

Vierto el café, mirando feliz mi nuevo dispensador.

Enciendo el fuego. Pongo la cafetera encima.

Y espero.


Y aquí, justo aquí, es donde empiezan las primeras preguntas del día.

Pero, ¿por qué la gente es tan descuidada?


"¿No te das cuenta de que es pronto, de que es domingo, y de que a lo mejor es el único día se puedes descansar un poco más?".


"Gruuu gruuu".

El café está listo. Lo adoro.

Su aroma ha llenado la casa.

Desayuno.


Decido que es un buen momento para limpiar la casa.

"Anna", le pregunta la bisabuela hace unos días.

"¿Pero quién le limpia la casa a papá?".

"Nadie, abuela. Lo hace todo él".

"¡Buen hombre! Qué buen hombre que es tu papá".


Ordeno la csa, quito el polvo, paso la aspiradora y limpio el suelo con el producto perfumado.

Me encanta tener la casa limpia.


Y es hora de decidir qué hacer con el día. Entrenamiento de natación? Vamos, no?


Preparso la bolsa. Cojo el coche y me voy.

"Pero, ¿tomamos otro café?".

Paro en un bar. Y aquí empieza la segunda parte de preguntas.

Una señora pide delante de mí.


"Un café, por favor".

Mientras, coge azúcar del dispensador.

"Mmm, éste no. La bolsita está rota". Coge otra.


Pero, ¿qué hace con la rota? ¿La tira para evitarle la molestia a otra persona? ¿O la vuelve a poner en el dispensador como si no hubiera pasado nada?

Observo. Sonrío. Pero algunas personas no me gustan.




Me tomo mi segundo café. Y me voy a la piscina.

Y es aquí, en aqu, donde comenzará la tercera parte de las preguntas del día.


Empiezo a nadar serenamente. En cada carril hay alguien.

Un anciano, un adulto no muy en forma, dos niños muy pequeños que juegan más que nadan, y un par de padres que nadan durante el cursillo de sus hijos pequeñitos.

Todos van muy, muy despacio.

Me meto en un carril libre.

Al cabo de un rato, una señora entra en mi carril.

Nada muy despacio. Algo de braza, con los brazos muy abiertos. Un poco con la tabla. Y así sucesivamente. Cuando llego al final y ella está parada, no espera a que la pase. Vuelve a empezar exactamente delante de mí.

Me paso media sesión de entrenamiento adelantándola y chocando con sus brazos que invaden todo el espacio.

Le pregunto: "¿Te gustaría que nadáramos las dos en el mismo lado del carril? Así es como si tuviéramos un carril cada uno". Me responde que no. "Lo siento, no puedo hacerlo".

Mientras tanto, en el carril contiguo, el anciano sigue nadando serenamente.




El domingo me llen de preguntas: "Los gritos de la mañana, el paquete de azúcar, el carril de la piscina".


El mundo está lleno de gente despreocupada. Espero que sea por distracción y despreocupación y no por egoísmo o deseducación.


  • Durante un acto en el colegio una chica no estaba bién. Todo el mundo salió de la clase. O casi. Teudissino se quedó. Se puso en el suelo al lado de la chica, la cubrió con su chaqueta y la distrajo haciéndole preguntas hasta que llegó la Cruz Roja.

  • La otra noche entré en casa después del entrenamiento de Jordi. Se fue al baño y se duchó. Y luego? Puso la lavadora con las cosas del fútbol y todo el cesto de ropa sucia. Jordi tiene diez años.

  • Después me puse a cocinar y abrí el lavavajillas para meter las sartenes sucias. Estaba vacío. Anna lo había vaciado y ordenando mientras yo recogía a Jordi al fútbol.


Se necesita poco.

No siempre hacen falta grandes gestos.

Basta con abrir los ojos.


Si se hace, el mundo será mejor.

No hace falta mucho.

Calla cuando sea necesario o tira el sobre de azúcar pensando en quién vendrá después.


Los pequeños gestos tienen el poder de cambiarlo todo.

El amor a los demás puede cambiarlo todo.

Las pequeñas cosas, nos hacen felices.






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EL PINCHA UVAS

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