top of page
Cerca

Manolo García

  • Immagine del redattore: El Pincha Uvas
    El Pincha Uvas
  • 23 giu
  • Tempo di lettura: 3 min

Todos los días de mi vida escucho Catalunya Ràdio.

Me recuerda a los tiempos en que mi padre se despertaba para ir a trabajar y ponía la radio a un volumen altísimo.

Cuando vivía en Figueres, me levantaba con las noticias de actualidad o de política. O bien sabía de inmediato los resultados de los partidos de la noche anterior.

Entraba al baño y saludaba a mi padre. Estaba envuelto en una nube de humo de cigarrillos Ducados.

Eran otros tiempos, se fumaba siempre y en todas partes.


Ha pasado una vida desde entonces. O cien vidas.


Yo sigo escuchando Catalunya Ràdio, aunque viva en Italia.

Me sirve para mantener el idioma, seguir conectado a la tierra y estar lo más informado posible.


Entreno. Entreno bastante.

Y a menudo llevo los auriculares puestos.

Todos pensarán que escucho música a 160 pulsaciones por minuto para concentrarme o ir más rápido.

No, no es así.

A menudo escucho programas deportivos por la noche o el fin de semana, programas con entrevistas.


El sábado por la mañana escuché "El Suplement".

Entrevistaban a mi querido y amado Manolo García, cantante de El Último de la Fila.

Es un músico que escuché muchísimo a finales de los 90.

Sus canciones fueron la banda sonora de toda nuestra generación.

Manolo García ahora tiene casi 70 años. Ya no es el joven de antes.

Su entrevista fue muy hermosa.


Una frase se me quedó grabada en la cabeza:

"Yo tengo una sola vida, no tengo cuarenta."


Estaba por la zona de Como.

Pedaleaba.

Regresaba desde Lugano, en Suiza.

Y seguía pensando: "Estoy de acuerdo contigo, Manolo. Yo he vivido mil vidas. Pero solo tengo una."


Yo soy muchas vidas, pero todas en una sola.

Pedaleaba y pensaba.

Pensaba y pedaleaba.

Después nadé en el lago de Pusiano, al que tengo mucho cariño. Y la frase resonaba en mi cabeza con cada brazada.


Pasé el fin de semana en la furgoneta camper.

Quería respirar.

Me gusta la vida “a mi manera”, en la camper.

Fui a un bar en el paseo junto al lago. Cuando estoy allí, siempre voy.

En una mesa había una pareja. Él tenía los ojos vidriosos. Ella, una mirada dura. Creo que se estaban dejando.

En otra mesa, un señor pidió un helado a la camarera de forma muy grosera. Cuando me sirvió a mí, me disculpé por aquel hombre, al que nunca conoceré.


Yo no quiero vivir así, triste o enfadado.

Yo quiero mirar el lago y luego ir a nadar con mi boya amarilla, porque es tan hermoso que es obligatorio lanzarse.

Quiero estar en mi camper, que no tiene ningún lujo, y decir: “Estoy en el paraíso". Quiero cocinar pasta y una tortilla de calabacín. Y luego dormir en un aparcamiento perdido, quién sabe dónde.

Quiero despertarme, tomar mi bici, y esforzarme por alcanzar una cima que me regalará un paisaje impresionante.

Quiero encender el ordenador sobre la vieja mesa de madera, conectarme al inverter y trabajar para construir o transmitir algo bello, mientras por la ventana veo un lago o una montaña.


Quizá soy banal.

Quizá soy utópico.

Quizá soy poco realista.

Pero no quiero ver el vaso medio lleno o medio vacío.

Quiero llenarlo de cosas hermosas.


Tienes razón, Manolo. “Nunca el tiempo es perdido”, como nos hacías cantar.

Tenemos una sola vida, no cuarenta.

Y yo, esta única vida, no la quiero desperdiciar.

Yo, esta única vida, la quiero llenar de verdad.



Comments


GPTempDownload (8).jpg

EL PINCHA UVAS

bottom of page